Mi forma de pintar
Puedo pintar cosas muy diferentes entre sí, pero si tuviera que dar una clasificación a lo que pinto, se me ocurren definiciones como cubismo, expresionismo, simbolismo, surrealismo…y quizás
algún día me atreva también con composiciones más abstractas.
Tengo diferentes visiones de las cosas…a veces me limito solo a planos y trazos lineales y otras veces me vuelvo de lo más detallista…a veces dibujo las cosas como son y otras veces me gusta
distorsionarlas para resaltar un detalle o un gesto.
Mi estilo puede ser muy cambiante, aunque todas mis obras tienen un denominador común: y es que, cuando dibujo o pinto, nunca tengo ningún modelo delante mía. Los bodegones y los retratos me
resultan aburridos, porque crean límites, y no me produce mucha satisfacción reproducir la realidad tal cual…es un ejercicio de paciencia visiva…mientras lo que yo busco es el ejercicio de
paciencia introspectiva.
Mis obras son producto de una imagen que está fija en mi cabeza, pero a la vez borrosa, así que el trabajo consiste principalmente en materializarla sobre las bases de mis conocimientos, y
plasmarla de tal forma que provoque un tipo de sensación concreta. Aunque no lo parezca, algunos de mis cuadros tienen un estudio bastante largo hasta que lo veo claro para delimitar las formas y
aplicar los colores definitivos, y así conseguir ese efecto que mi mente buscaba. Algunas imágenes salen en parte del subconsciente, y, al no tener un modelo concreto, es como meterse en un
laberinto sabiendo que hay una salida…pero sin tener el mapa.
Muchas veces me enfado conmigo misma porque soy demasiado perfeccionista y me creo limitaciones y me impongo reglas que en la mayoría de los casos no tienen sentido. Me esfuerzo para que, a lo
mejor, las formas tengan una estructura esquemática, cuando la verdad es que en la creatividad no hay esquemas definidos…y esa es la frase que intento repetirme continuamente cuando me doy cuenta
de que me estoy limitando yo sola…La regla es que no hay reglas…Eva…métetelo en la cabeza…en fin…pero es muy difícil romper las barreras que nos crea nuestra propia racionalidad. A veces me
ocurre que, cuando un determinado cuadro no me sale (precisamente porque yo misma estoy atando mi propia creatividad), sueño con él y tengo pesadillas raras…pero luego, cuando lo resuelvo y el
cuadro se termina, me da mucha satisfacción.
En muchas ocasiones, sobre todo cuando se desea conseguir un determinado efecto de luz, los colores y las sombras que se utilizan no son reales…a ver como me explico…no se trata de pintar lo que
el ojo ve, sino lo que quiere ver nuestra mente a través de las pupilas…es un poco como cuando alguien nos dice algo bonito…nos encanta escucharlo, aunque no sea verdad.
Puedo pintar cuadros con predominancia de líneas curvas u otros en donde solo hay rectas, pero también me gusta mezclar, a veces, y crear ese contraste raro entre dulzura y agresividad, y
utilizar mis pinceles como una caricia o como un látigo alternativamente…ofrecer turrón duro y mousse de chocolate en el mismo plato…el cuerno que hiere y el capote que mece…la muleta que
acaricia y la espada que mata.