Mi historia


La primavera: la ilusión de los comienzos en el toreo

 

Mi querido amigo “El Vinagre” siempre me decía ¡El toreo es grandeza!...ains…y yo suspiraba. Luego venía “Chinito” y decía ¡Hay que sufrir!
Mi vida ha sido una lucha constante, y siempre he intentado dar lo mejor de mí en todo momento.
Recuerdo aún con frescura los esfuerzos que hacía día a día para llegar a ser figura…esa esperanza incorruptible…esa fe inquebrantable que movía montañas: las horas de entrenamiento…las largas caminatas…los tramos de carretera en autostop…con los trastos a cuesta de un lado para otro…los coches viejos de mis compañeros de aventura…los carriles polvorientos…las horas en las tapias…los mordiscos en los burladeros y las vacas rajadas…las volteretas y los manchurrones de sangre.

La ilusión de llegar algún día a vestirse de luces y jugarse la vida en una plaza llena de gente es algo muy grande. No se puede describir con palabras la energía que se genera dentro de ti y que alimenta ese sueño.

Al principio nadie te da mucho cuartelillo, pero poco a poco una va adquiriendo oficio y experiencia y parece que el sueño es realizable. Empiezas a torear bien y los compañeros a respetarte; te pones el traje corto y la gente empieza a interesarse, y los ganaderos a llamarte para tentar.

Luego llega el traje de luces, la competencia y las orejas cortadas a ley. El sueño se hace cada vez más tangible y eso hace que tu fuerza interior se multiplique…¡El toreo es grandeza!...esas palabras no dejaban de hacerme eco en la cabeza.
Ese día especial tiene que llegar…seguro que está a la vuelta de la esquina…y te preparas y te mentalizas: comes y respiras solo por el toro…te acuestas con él y te levantas con él…las 24 horas…entre ceja y ceja solo el toro…Y si te duelen los huesos no importa…hayque aguantar...y si no te echan cuenta

…machacas hasta que se fijen en ti… y si tienes miedo…te tienes que sobreponer…y si te hieren…te vuelves a levantar con más valor aún…y si hay que torear en una fabrica de jamones…también se torea (este episodio es verídico).


Un amigo mío muy aficionado, Enrico, que en más de una ocasión me ha acompañado en tardes de triunfo y de decepción, e incluso le ha echado una mano a mi mozo de espada, siempre me dice que escriba un libro. Bueno, a parte de que no me veo cualificada para ello, la verdad es que no sabría ni por donde empezar, porque las vivencias y las anécdotas son muchas… algunas cosas hay que vivirlas para creérselas, y estoy convencida de que todos los toreros tienen para escribir no uno…sino veinte libros…y yo no soy nada en comparación a los que de verdad han sido grandes figuras y han dedicado toda su vida a esta hermosa profesión; no obstante, voy a intentar compartir algunas de mis experiencias en este blog.

 


El verano: subiendo peldaños

 

Ya tienes un grupito de gente que se preocupa por ti y empiezas a tener más de un capote en el esportón, y las maletas se hacen cada vez más pesadas, los viajes más frecuentes y más largos: a veces toreas tres días seguidos, a veces con puntos puestos, a veces haces 600 Km. y la corrida se suspende, a veces no tienes en donde cambiarte o tienes que volver a torear con el traje sucio del día anterior, porque solo tienes ese y no ha dado tiempo a lavarlo.

Vives tu sueño y luchas…entre las sombras de las tediosas horas encerrada en una habitación de hotel…y el sol implacable del verano que recalienta las plazas, en donde se suda la gota gorda delante de los novillos.
Vas cortando orejas y poco a poco te vas abriendo paso y ganando oportunidades.

En la primera etapa del aprendizaje nadie te echa cuenta…¡Buah, este no es sitio para mujeres!…en cuando le den dos tortas se irá para su casa. Luego, cuando empiezas a pegar pases, algunos se ríen y a otros le hace gracia…Llegas a un sitio ¡Hay, mira, una torerilla! y te sonríen en modo chulesco, desviando la vista hacía la parte más carnosa de tus caderas; al rato te pones delante de la vaca o del novillo en cuestión, y cuando ven que te quedas quieta se les borra la risilla y se les pone cara de ¡Joder, que esto va en serio! Y al final, cuando te ven anunciada 

en el cartel de una plaza de primera categoría, resultas molesta; en los patios de cuadrilla te tratan como si fueras una intrusa, y te miran como diciendo ¿Qué estás haciendo aquí?
(Lógicamente estoy generalizando, no todos son tan machistas, también he encontrado a compañeros que han sido muy respetuosos y me han tratado como un torero más).

 

 

 

Ya he dicho que la ilusión del toreo es inexplicable en palabras, pero voy a dejar aquí algo que escribí hace unos años…justo unos días antes de torear en la Real Maestranza de Sevilla.

Lo dedico a todos aquellos aficionados que un día quisieron ser toreros, y, en particular modo, a mis compañeros y compañeras de aventuras…de tapia y de cartel… a los que se han retirado, como yo, y a los que se han hecho banderilleros.

¡Mucha suerte toreros… y a la vida!

 

 

LA NOCHE Y EL AMANECER


Albero de oro aterciopelado,
latidos del corazón contenidos
entre riendas de acero,
y dos medias lunas
que asoman de entre la oscuridad,
y tú detrás, torito negro,
sales a revelar mi alma.

Tú eres arrogancia y desafío,
dueño de tu plaza hermosa y reluciente,
y yo, como flor sin abrir,
dueña de mis temores
encerrados entre sedas.

Te acercas… te alejas
yo despliego mis pétalos
y tú acudes,
y me buscas entre cuna de media luna,
yo te llamo y te busco a ti
para entregarte mi ilusión
y atrapar tu bravura.

Ahora te necesito,
ahora… aquí…tú y yo
en el medio de la plaza
en este presente eterno y fugaz.
Te imploro que me embistas, torito bravo.

¡Coge mi muleta!
y síguela hasta el final,
porque te pongo mi corazón por delante
y en el pecho mi alma,
y te la dejo puesta
para que tu la persigas
enlazando espirales sin respiro
que nos llevan al cielo.

Tú y yo,
como haciendo el amor,
agotándonos en este irrefrenable juego de miedo y valor.

¡Vente conmigo, torito…No te rindas!
Embiste con gallardía.
Bríndame tu nobleza y tu bravura
para que el tiempo se pare
y rebose la hondura.
Que la música toque para nosotros
en este abrazo y en este presente.

Regálame el milagro de tu momento,
porque en ti está la magia de mi ser,
porque en tu momento está mi momento,
porque este momento será nuestro eternamente.

Somos como dos imanes que se atraen y se repelen
pero al final se equilibran nuestras fuerzas
y nos atrevemos a quedarnos muy cerquita,
para sentir el calor de nuestros cuerpos,
quizás para olernos
o intercambiar un suspiro,
o quizás porque queremos robarnos el alma el uno al otro.

Nos quedamos callados en un instante interminable…
entonces encuentro mi reflejo en la negrura de tus ojos
y me hundo en ellos hasta escuchar el latido de nuestros corazones
y el fluir de la sangre…
…cuantas cosas veo en ellos
…cuantas cosas siento…
cuando esa oscuridad me ilumina.

Tú naciste para mí
y morirás para mí,
porque soy dueña de tu vida
y tú dueño de la mía.

Tú sol y yo luna,
tú sombra y yo luz,
tú fiereza y yo caricia,
tú muerte, y yo…esclava de tu brujería.

Sobre el acero se cruzan nuestras miradas,
me gustaría despedirme, decirte un piropo,
pero tú eres noche y yo día:
y en este amanecer…
…tu vida es la mía.

 

 

(Higuera de la Sierra 27/06/2001)

 

 

 


 

 

El otoño: noches sin dormir y preguntas sin respuestas

 

Los primeros cinco años estuve toreando sin picadores. Toreé mucho, y corté muchas orejas, pero eso no se reflejaba en ningún lado…como a ese nivel no hay escalafón…daba igual 8 que 80.
Para salir del anonimato había que dar el paso a un nivel más alto y así fue como en 2002 debuté con picadores (pude hacerlo gracias al ganadero, que me regaló los toros), por lo menos ahora las orejas que cortaba se reflejaban en un escalafón, y eso quería decir sumar puntos para algún día poder tomar la alternativa…pero también es verdad que todo se hacía más difícil…y no precisamente por el tamaño del toro…sino

por el de la cartera.

Los gastos de las novilladas picadas son muy altos; me quedé sola y sin perspectivas, pero pensé que después de todo el camino que había recorrido para llegar hasta allí, merecía la pena seguir intentándolo. Así que seguí entrenando y toreando como podía. La gente cuchicheaba: a lo mejor estás toreando una becerra en un tentadero y al ver que tienes oficio, escuchas que preguntan ¿Quién es esa chica?....luego se te acercan interesados y te preguntan ¿Quién te apodera?...y tú te encojes de hombros y contestas…nadie…entonces hacen una mueca y solo dicen… Ufff, así es muy difícil…se le ensombrece la cara y se vuelven por donde han venido.
Algunos empresarios siguen llamando…pero te piden que vendas entradas, o que te pagues los toros, o que se monte el festejo al 33%, o que vayas y vengas (eso quiere decir pagarse todo los gastos de viaje y de cuadrilla del propio bolsillo, o sea, un dineral), y otros te miran de arriba abajo en plan chulesco y te proponen cosas más bajunas…y, lógicamente, como yo no les ofrecía ninguna de estas facilidades, dejaron de llamar.

 

Me juré a mi misma que no dejaría de luchar hasta que me quedara en el corazón un atisbo de esperanza y en el alma una chispa de energía…sería como la gota de agua incesante…que al final cava en la piedra. Me pasaba los inviernos entrenando como una condenada…todos los días subiendo y bajando cerros y pesas alternativamente, haciendo footing, estiramiento y repitiendo una y otra vez incansablemente los pases que sueñas darle a ese toro en ese día especial que tiene que llegar. Pasas muchas horas en el campo y en el coche, comiendo kilómetros desde Huelva a Salamanca, toreando una vaca tras otra…siempre con la misma idea fija…estar preparada para cuando llegue tu oportunidad.
Luego llegaba el verano, y , a lo mejor consigues un contrato o dos…a través de alguna amistad o porque te has ganado durante el invierno a la peña taurina del pueblo de al lado, o porque llegas a algún acuerdo extraño con el empresario que luego no cumple…como me pasó en una ocasión, que le dije que me pusiera la cuadrilla: a las 12:30 de la mañana hice yo misma el sorteo con la cuadrilla del otro torero, y tenía encerrados a dos señores novillos-toros (más toros que novillos) muy bien armados y rematados…y allí no había ni un solo picador (en estas

ocasiones es cuando se agradece el compañerismo…al no ser por la ayuda que me brindaron los subalternos de mi compañero de cartel, jamás hubiera salido airosa de allí ni mucho menos hubiera cortado tres orejas).
Tenía que hacérmelo yo todo: contactar a la cuadrilla, organizar el viaje, buscar la furgoneta, buscar el hotel, preocuparme de las comidas hacer malabarismos con el dinero y prácticamente cualquier problema que surgiera. Paradójicamente, cuando estaba delante del toro era el único momento en el que podía relajarme, y tampoco mucho, porque en algunas plazas tenía que tener un ojo en el toro y otro en el callejón, para estar pendiente que el empresario de turno no se esfumara con el dinero de mi cuadrilla.
Y así tiras para adelante…a tranca y barranca…y esperas una verdadera oportunidad.

Toreas en un pueblo, lo haces bien y sales por la puerta grande…resultado, una reseña de dos líneas en el periódico que dicen: Eva Florencia, estocada y oreja, estocada y dos orejas (realmente es frustrante llevarte entrenando todo el año para matar a lo mejor solo esa novillada, que te ha costado mucho conseguir; torear como si de esa tarde dependiera todo...y darte cuenta al día siguiente que es como si no hubiera pasado nada, al margen de que podía haberte matado un toro, claro).
Las orejas hay que cortarlas en las plazas de primera…así que tocas a la puerta de la plaza de primera y te dicen que has toreado poco y que torees más…pasa otro invierno…vuelves a triunfar en la plaza de pueblo…parece que alguien te va a echar una mano…los de la plaza de primera te prometen un huequito para el año que viene…te haces ilusiones...te haces un traje nuevo…otro invierno…otro verano…otros toros…otros pueblos…vuelves a intentarlo…pero no hay sitio en la plaza de primera…no hay oportunidad para alguien como yo.

 

 

 


El invierno: la dura realidad

 

La soledad,
el silencio en la niebla...
...y las dudas en las tinieblas;
una llama ardiendo atrapada en un redondel de hielo...
...un toro que sabe a humo de encina...
...un pase...otro pase...
...las 5...un natural
...las 6...el de pecho...
...las 7...una manoletina...
...una trincherilla...y ya son las 8...
...otra vez el tañido de las campanas...
...la noche...el sueño...
...y la madrugada con un solo dueño.

 

 

El toreo es como una especie de otra dimensión sin tiempo en la que vives sin darte cuenta de cómo el mundo cambia de prisa a tu alrededor.
Las temporadas van pasando una tras otra estancadas en el rincón del olvido y al final el manantial de la ilusión se seca.
Cuando eres joven te quieres comer el mundo y crees que el futuro depende de ti en un 80%, entonces te esfuerzas y luchas contra viento y marea, pero al cabo de unos años caes en la cuenta de que sigues en el mismo sitio, hagas lo que hagas, y que nadie va a abrirte las puertas como no sea a base de dinero.

Has contemplado impotente como los que tenían nombre o dinero llegaban después de ti y te pasaban por delante matando 30 novilladas del tirón y tomando la alternativa…también con mucho merito, y no lo pongo en duda, pero sin tener que superar ni la décima parte de obstáculos que una pringada como yo.
Ya no es cuestión de servir más o menos, de torear mejor o peor…he visto a toreros que realmente no servían y toreaban mucho por tener dinero y otros que toreaban de maravilla y quedarse en su casa…entonces, una de dos, o yo tengo un concepto del toreo equivocado o aquí hay algo que no cuadra.

Al final te das cuenta de la hipocresía que envuelve el toreo y que el futuro depende de ti en un escaso 20%... y entonces el mundo se te cae en lo alto con toda su basura y sus residuos tóxicos…primero el desconcierto…luego la rabia…y al final la desesperación…y cuando eso ocurre llega el momento de dejarlo.
A finales de 2006 eché cuentas y tomé conciencia de mi pobre balance…a parte de algunos festivales sin picar había toreado 7 novilladas picadas en 5 años…y tomé la decisión…¡Hasta aquí llegó!

 

 

Cuando alguien me pregunta porqué me quité…me jode mucho tener que decir que me había cansado…porque la verdad es otra. La mayoría de la gente no conoce esta otra cara de la fiesta, y cuando se lo cuentas se espanta… familias enteras arruinadas y chavales con afición y con cualidades que no han podido abrirse camino por haber nacido en una familia humilde…pero así es como funciona…los que andan por los adentros lo saben bien.

 


El letargo y la resurrección

 

Torear había sido toda mi vida…ya no había nada que perder.
Recuerdo que la última vez que toreé una becerra fue un 7 de septiembre, con luna llena y a campo abierto…desnuda…a solas con mi desconsuelo…sin oros…sin plaza…sin ruidos…cara a cara con mi naturaleza …solo yo y mi piel…en una dimensión en donde no existe el tiempo.
En aquella inmensidad de la noche la luna contempló mi faena…la muleta blanca…mi alma vacía…me despedía de toda una vida…parece que hasta la luna se entristeció y dejó caer sus lagrimas sobre mi…pues desde entonces mi pelo no ha dejado de teñirse de plata cada vez más.

 

 

 

Al volver a mi casa metí el capote en un trastero, al igual que metí mis ganas de vivir en un cajón. La esperanza se había desmoronado y las energías estaban agotadas por completo.
Fue un momento muy largo y muy difícil...me sentía fracasada. Le cerré las ventanas al sol y la sangre se me hizo hielo en las venas…como una tortuga me acorruqué en mi caparazón y me enterré en mi agujero para pasar el letargo.
Tenía el corazón hecho trizas y quité de mi casa todo lo que estaba a la vista y que pudiera recordarme el toreo, no cogía el teléfono y ni siquiera quería escuchar la palabra toro…auque al quedarme dormida no podía evitar soñarlos cada noche…embistiéndome entre las sombras. Pasé muchas horas en la cama y en silencio, como si hubiese muerto y luego reiniciado una nueva gestación.

 

 

Entonces un día desperté y pensé que para no estar muerta de verdad era mejor empezar a hacer algo…y decidí retomar una afición que había dejado atrás el día en que compré mi primera muleta…el dibujo y la pintura.